
Siento mucho no haber actualizado desde hace tanto tiempo, pero quedé tan hecho polvo del camino, que no podía ni escribir. Ya recuperado, iré escribiendo mas a menudo.
Aunque estaba mucha mas ágil de-mente cuando pedaleaba, procuraré dedicarle mas tiempo a ésto de los relatos.
He colgado solo la mitad, para darle un poquito de emoción al asunto.
Velaí vai:
HACIENDA SOMOS TODOS
Me había pasado la mañana en un estado de ansiedad inexplicable. Era absurdo, todo iba bien: familia, trabajo, salud...todo perfecto.
La culpa de mi agobiante estado la había tenido el maldito buzón. Había pasado velozmente a su lado y en un solo vistazo, había visto claramente el membrete de la amenazante misiva: AGENCIA TRIBUTARIA.
Mierda, lo sabía, lo sabía. Maldita sea, tenía que haber declarado los beneficios de la venta de la casa de la playa y los había ocultado.
De repente me acordé lo que le ocurre en los telefilmes que emiten al mediodía a los que tienen una vida envidiable: mujer perfecta, trabajo perfecto, hijos guapos y de ojos azules, un buen coche, una buena casa. Pero el día menos pensado y coincidiendo con una fecha señalada: “patapumba”. El “patapumba” de marras lo podríamos describir de varias formas dependiendo de la imaginación y originalidad del director (la mayoría de las veces escasa por desgracia), y tendría como consecuencia un secuestro, una violación, un atropello, una enfermedad, etc., todo ello para ver como pasan de la felicidad a sumirse en la desesperación e impotencia. Superando las penosas etapas impuestas por el director, nos mostrarían el coraje de uno de los familiares, y como se le van cerrando puertas para mayor dificultad, quedándose solos hasta el punto de implorar incluso a dios con la vista fijada en el cielo y los ojos cubiertos de lagrimas. Al final el protagonista supera toda suerte de desgracias, y llega triunfante al final, habiendo reforzado su autoestima y la de los que le rodean.
Ya. Pero esto no era un secuestro, ni una enfermedad. La sensación que tuve al echar aquella furtiva ojeada se parecía más a una violación o a un atropello.
Con todo esto, quiero decir que yo no estaba dispuesto a que me ocurriese lo mismo que a las familias de las “pelis”, y comencé a darle vueltas a la cabeza para encontrar una solución a mi estado de ansiedad.
Me vinieron a la mente varias soluciones: provocar mi propio atropello, (pero despacito, eh?); la separación de mi mujer, pero breve y con roce igualmente; un simulacro de muerte de algún familiar, pero enviándolo de vacaciones pagadas. Eran muchas las ideas que barajaba, pero pocas realmente buenas, ya que no eran desgracias de verdad. Necesitaba algo que me sacase de ese estado de bonanza para que la mala suerte no se cebase conmigo.
Sin más dilación, me dispuse a solucionar la situación sin sutilezas, y me dirigí a las escaleras dispuesto a forzar el desastre para que mi vida siguiese igual. Una vez allí, no me atreví a mirar hacia abajo, sin embargo, sí repasé mentalmente el número de peldaños que había, e intenté visualizar el “ostión” que me iba a dar. Cuando me imaginé rodando por las escaleras, calculé que de 28 escalones que había, solo tocaría 20, ya que a los otros les pasaría por encima a consecuencia de los botes que daría mi cuerpo. Quise lanzarme para no hacerme mucho, pero con las tonterías, tropecé y caí de mala manera recibiendo el primer golpe en la cabeza. Aparte de quedar inconsciente, para saber cuantos golpes me di hubiese hecho falta un foto finish, porque aquello fue bastante rápido.
Salí del desvanecimiento provocado por tamaño golpe, despertado por un grito sobrehumano, lo que me hizo pensar que ya estaba muerto y en el infierno. El demonio que creía haber oído, era la vecina del entresuelo. La pobre mujer, al verme tumbado, acudió a socorrerme, pero cuando se acerco y vio la sangre que manaba de mi cabeza, se desmayó y me cayó con el culo en la cara. De no haber sido por su nieto, un yonki que vivía con ella, me habría asfixiado victima del peso de mi salvadora. Bueno, del peso y del olor que emanaba de aquel pestilente trasero. El yonki se apresuró a sacar a su abuela de mi cara, con lo cual me saco un gran peso de encima. Pero el cabrón, siguió aligerando el peso robándome la cartera, el reloj, y el móvil, ya que yo no podía mover ni un dedo. En aquel momento pensé que me hubiese merecido la pena estar muerto y en el infierno como había creído al despertar, y las horas que transcurrieron a partir de ese momento, no hicieron más que acrecentar ese deseo de estar fiambre.
El jaleo que se montó no fue pequeño, que digamos. Por fortuna, lo habían oído todos los vecinos y en un plis ya estaban dos camilleros recogiendo mi maltrecho cuerpo para meterme en una ambulancia. Una vez en hospital y tras una exhaustiva revisión, procedieron a emitir el diagnóstico. Para entonces ya había llegado mi mujer y se lo estaban comunicando a ella. “Tiene varios nervios de la espalda dañados y no se podrá mover en bastante tiempo”. Cojonudo, pensé. Era lo que me faltaba. Bueno, dijo ella, ya se que el estado en el que estás no es para darte noticias pero tengo que contarte algo. Para dejar los niños con una vecina había ido a casa y había recogido la carta del buzón. Cuando se disponía a leerla, el monitor que marcaba mi frecuencia cardiaca se disparó cual cohete, al tiempo que comencé a sudar como un cerdo. Varios médicos se arremolinaron sobre mi camilla, y comenzaron a saltar chispas en las planchas con las que te hacen la foto depilación en el pecho pero a base de bien.
Cuando desperté ya estaba en la UVI., y la sensación que tenía era de paz; no te jode, me habían enchufado no se cuantos tubos, amén de los calmantes que me habían inyectado; como para no estar en paz.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
Dentro de unos días colgaré el desenlace, mientras tanto, podéis ir comentando la jugada
También os enseñaré la nueva máquina que me he comprado; la bici anterior se la ha quedado un buen amigo, con lo cual no me ha dado penita dejarla, ya que le tengo mucho cariño y podré seguir viéndola rodar.
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ResponderEliminarmijel ya sabes que creo que tienes futuro como escritor y esto lo confirma ... sigue asi y ... publica ya la segunda parte !!!
ResponderEliminarHombre, hombre,hombre benvido de novo ó cibermundo, saludos e xa nos veremos
ResponderEliminarme acabas de tener enganchado a la pantalla por el relato asiq decirte q me ha gustado mucho pero pon ya la segunda parteeeee...jajajaj...un abrazo amigo. TITO.
ResponderEliminarHay dias que es mejor no levantarse de la cama....
ResponderEliminarHacienda somos todos, pero unos mas que otros...
Esperando la 2ª parte.....
Inés
Mikiiiiii, non nos deixes asiiiiii. Tesnos a todos intrigaos!!! Saludos e sigue así.
ResponderEliminarmiguel el yonky no tendra la nariz torcida por casualidad??jajajja sigue asi!!
ResponderEliminarVamos a ver, padre mío. Te imagino finalmente en un hospital de campaña protagonizando un vídeo de una ONG transfonteriza e ilegal que nos recuerda que, como Hacienda no somos todos, es preciso hacer un aporte extra... uno al año, no más, lo justo y necesario (porque es nuestro deber y salvación) para financiar a abuelas con sobrepeso (mucho sobrepeso) que viven con nietos yonkis (muy yonkis). Ni que decir tiene que mi "seguidismo" lo tienes ganado de antemano, pase lo que pase. Qué grande eres! Besos de pez!!!
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